miércoles, 10 de mayo de 2017

Del Molinillo a las Mimbres.

Preciosa ruta con la que nos introducimos en el sector nororiental del Parque Natural de la Sierra de Huétor partiendo de la venta del Molinillo. En esta ruta combinamos la fuerza de las Cascadas de Prado Negro con la magia y serenidad de la Acequia del Fardes recorrida desde su nacimiento en Fuente Grande, por cuya servidumbre aún sentimos los pasos de los antiguos acequieros musulmanes.
Iniciamos la ruta en la abandonada venta del Molinillo, una afamada venta donde muchas veces los granadinos se han parado a tomar un refrigerio. También gano fama gracias al pensamiento mágico; en sus inmediaciones tenía su residencia un curandero-santón que habitaba una humilde cabaña. Era muy solicitado gozando de buen predicamento, llegando a colapsar la carretera los diversos regalos que iba acumulando (coches viejos y mucha leña).

Después de hacernos una foto de grupo en la majestuosa cancela de entrada, tomamos una pista forestal ancha. A nuestra izquierda el río Fardes y un canal de piedra donde se esta realizando un programa de recuperación de libélulas y caballitos del diablo. En ocasiones lo grandioso oculta la importancia de lo pequeño. Encinas y quejigos mezclan sus verdes y el espino albar o majuelo hace gala de su nombre.

Seguimos avanzando en moderado ascenso aproximándonos a brillantes choperas y prados cuajados de pequeñas flores. Todo este terreno conformaba la Finca “La Ermita de San Antonio”.

Tras un par de kilómetros aparece la primera bifurcación: un ramal, el que seguiremos, se encamina en llano hacia lo que fueron las construcciones principales de la propiedad y el otro, hacia la derecha, comienza a ascender. Si tomáramos este nos conduciría a Sillar Alta. En la primera loma encontramos el Cortijo de la Casilla con grandes desperfectos y visiblemente dejado a su ventura hasta que aguante, rodeado de verdes prados. A la izquierda, a un centenar de metros,  las ruinas del Cortijo de Romera. Piedras y pilones que nos cuentan de la actividad que debieron tener estos parajes hace años.

Llegamos al impresionante Cortijo de la Ermita. Dos yeguas nos dan la bienvenida y se acercan a la ventana donde el macho sufre cautiverio. Sus arcos de herradura, la capilla y otros mil detalles llaman nuestra atención.


Dejamos atrás este cortijo y los relinchos enamorados de los caballos. Pasamos junto a una piscifactoría para la cría y conservación de especies de aguas continentales de la Junta de Andalucía.


Nos encontramos con un segundo cruce. Tomamos el de la derecha; el otro camino nos llevaría hasta la Fuente de los Potros. Ascendemos hasta llegar  al pilarillo de Manolo el del Molinillo. El pilar está adornado por una leyenda recordando al benefactor que lo hizo posible: el “santón Manuel”. Junto a él otro ruinoso cortijo el del Despeñadero, que preside una gran era.

Tomaos ahora un sendero que asciende zigzagueando en dirección norte en busca de los Tajos del Despeñadero. Pasamos por una curiosa cueva rodeada por un muro de piedra para servir de aprisco al ganado.

Continuamos a la izquierda bordeando los tajos por un sendero labrado en la piedra con vistas a Prado Negro y a su arroyo. Descendemos hasta llegar al cauce del Arroyo de Prado Negro que cruzamos por un puente. Tomamos el sendero hacia la izquierda que nos conduce, pasando por bonitos prado, hasta llegar a la Cascada Grande de Prado Negro.

El agua acaricia la piedra y, d esos cariños, le nace piel de musgo. Y la sinfonía del agua, siempre igual, siempre diferente.


Tras almorzar, desandamos nuestros pasos e iniciamos la subida a la aldea de Prado Negro. Seguimos la carretera a la izquierda en dirección oeste y en una curva a izquierdas, justo cuando la carretera pasa sobre el arroyo de Fuente Grande, la abandonamos por una pista que sube suavemente junto al cauce del arroyo hasta la Fuente Grande. Nos encontramos en el nacimiento de agua donde toma el agua la Acequia del Fardes.

Cruzamos el arroyo e iniciamos nuestra andadura por la Acequia del Fardes. Esta acequia, de origen árabe, se remodeló durante el reinado de Carlos II en el siglo XVII. El primer tramo de la acequia está soterrado, lo que nos permite caminar muy cómodamente entre un bien estructurado bosque mediterráneo. Pasamos por la Cañada del Moro, obviando la pista que se adentra en ella y siguiendo nuestra acequia que comienza a bordear el impresionante Tajo de las Garduñas.


Las peonías son una explosión de belleza, esa que surge de los que se sabe efímero. Sus grandes pétalos, coloridos y delicados, contrastan con el resto de arbustos y matorrales mediterráneos.

El camino es impresionante y no defrauda ni a corta ni a larga distancia. El paisaje de la Sierra de Huetor con su exuberante masa forestal y el perfil de Sierra Nevada al fondo nos deja boquiabiertos. Me gusta que mis senderistas tengan, a pesar de lo mucho vivido, capacidad de sorpresa y admiración, y que lo exterioricen si  tapujos.


Tras pasar los restos de una antigua alquería, tendremos que abandonar la acequia para pasar por debajo de la misma entrando a un pequeño abrigo rocoso.

Un poco más adelante, tras caminar a la vera de la cantarina acequia,  cogeremos un sendero en descenso para bajar hasta La Fuente de los Potros en Las Mimbres.

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