miércoles, 25 de enero de 2017

De Nigüelas a Melegís

De Nigüelas a Melegís pasando por la Pavilla, el río Torrente, Murchas, el Castillo de Lojuela, la loma de los fósiles y una vega preñada de limones y naranjas, esa ha sido la ruta de hoy. Y los caminantes que la han trazado con sonrisas y determinación, mis amigos y amigas del Centro Buenos Aires. Pasos y palabras entrelazadas, ese es el alma de esta actividad.

Nos adentramos en el Valle de Lecrin, ahora en plena producción de naranjas, ese espacio labrado por modestos ríos que verdean las faldas de las montañas. Y hoy nos demuestra con claridad la peculiaridad de su micro-clima; comenzamos abrigadísimos y terminamos casi en mangas de camisa.

Es una ruta rural de gran belleza en la que nos alzaremos hasta un castillo desde el que se puede contemplar este valle, el Castillo de Murchas o de Lojuela. Y entre naranja y naranja buscaremos fósiles de marinos, bueno, el guía buscará pedruscos, que a esas alturas todo el mundo tiene ganas de llegar a la vera de una tapa bien regada.

El recorrido comienza en  Nigüelas, situado a 931 de altura sobre el nivel del mar. Nos dirigimos hacia el camino de la Pava, pasando por un molino de aceite del siglo XV. Es una vereda de gran belleza que mira hacia el Caballo ahora con la grupa nevada; no nos extraña que fuera el paraje predilecto para los asuntos amorosos de los nigüeleños.


Bajamos hasta el Río Torrente pasando junto a un original partidor de las aguas de la acequia. Caminamos por la margen izquierda, siempre impulsados hacia delante por la pendiente.   Pasamos bajo un gran puente de piedra caliza y seguimos el camino que ahora conduce a Murchas serpenteando entre almendros, cerezos, olivos y naranjos. Pasamos junto a una fábrica de ladrillos situada en la confluencia del Barranco del Pleito con el río Torrente.


El sendero nos guía al pueblo de Murchas y nos remonta por una calle empinada hasta el lugar donde se encuentra una fuente de agua potable. En un mirador hacia el  pueblo de Talará (ahora rebautizado Lecrín) y a la Ermita del Santo Cristo, nos detenemos para reponer fuerzas. Nos sentamos ocupando su largo escalón de piedra. A los pies de este pollete, en suave caída, un tapiz de naranjos; y como telón de fondo Sierra Nevada.
      
Abandonamos la población de Murchas, situada a 662 metros de altitud, por unas calles estrechas cercanas a la Iglesia dedicada a San Juan Evangelista.  Es una reconstrucción casi identica de la original del Siglo XVII, la cual fue parcialmente destruida en el terremoto del 25 de diciembre de 1884.

Tomaremos una vereda de unos dos kilómetros que nos conduce hasta el Castillo de Murchas. En el camino disfrutamos de los primeros almendros en flor. ¡Cuanta valentía la de exponer sus delicadas flores a los rigores del invierno!


Es el único castillo de la época Califal en el Valle de Lecrín. Denominado Castillo de Lojuela, hace mención a una población que se supone estaría en los entornos de la actual "Era de Lojuela". Allí se han encontrado restos de algunas casas y de su cementerio árabe. La construcción de sus murallas se hace con tierra prensada y cal grasa, pero entre sus muros se pueden atestiguar bastantes restos de cerámica romana que una vez rota la empleaban en la amalgama prensada de los muros. Esto demuestra que cerca había  habido restos de asentamientos romanos.

Desde lo alto del castillo contemplamos el Valle y la junta del río que viene de Cozvijar, río Santo o Viejo de la Laguna con el Torrente.

En vez de regresar a Murchas por los mismos caminos, nos desviamos para viajar en el tiempo. Aunque la búsqueda de fósiles no parece ser prioritaria para los ya cansados caminantes.

Desde este pueblo tomamos un camino que lleva a Melegís a través de un vergel de naranjos, mandarinos, limoneros y centenarios olivos.  La distancia entre ambas poblaciones es de unos dos kilómetros. Iremos acompañados del ruido del agua que corre por las numerosas acequias cuyo origen se remonta a la época Nazarí.


Entramos al pueblo cruzando el río Torrente y sus calles nos conducen hasta un bonito y antiguo lavadero. Y desde allí al abrigo de un buen bar. Lo que ocurrió allí no es asunto público...

 

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