miércoles, 17 de febrero de 2016

Siguiendo las lagrimas de Aynadamar.

El recorrido de esta fría y soleada mañana de invierno comienza en la Fuente del Morquil y en su vecina, más célebre, Fuente Grande, en Alfacar tierra de agua y pan. Esta fuente tiene una peculiar forma en lágrima; sus cristalinas aguas, en las que se miran los presumidos chopos cercanos, se agitan levemente por el burbujeo de las surgencias.

Seguiremos a la Acequia Aynadamar hasta El Fargue. Esta acequia fue mandada construir por el emir zirí Abd-Allah para conducir el agua desde Fuente Grande hasta la capital de Granada. En su recorrido, la acequia pasa por el pueblo de Viznar y el Fargue hasta llegar al Albaicín. Esa será la ruta que nosotros seguiremos.

Caminamos desde Fuente Grande hasta Viznar desviandonos de vez en cuando de la carretera para aproximarnos a la acequia Aynadamar. Dejamos atrás el Barranco de Viznar y sus penas; nos aproximamos al de Juan Torres donde la acequia toma un atrevido atajo y a continuación prosigue entre bancales. Nosotros caminamos por el llamado Cordel de Fuente Grande.

Pasamos por el enclave de la Colonia donde podemos ver las ruinas de “Los Pozos”; aquí pasaban la noche y, por tanto, el resto de su segada vida, los presos que iban a ser fusilados al día siguiente por la barbarie de la Guerra Civil. Parece que las tristezas en ocasiones se acompasan a nuestro caminar. "Entre Viznar y Alfacar mataron a un ruiseñor por que quería cantar" susurra un senderista.

Al llegar a Viznar bajamos hasta llegar al Palacio de Cuzco. Es una pena asomarse por los huecos de las desvencijadas ventanas y contemplar el abandono del patio y los jardines. Es de gran originalidad ver las paredes de las galerías decoradas con escenas del Quijote. Fue construido bajo el auspicio del arzobispo Moscoso y Peralta a finales del siglo XVIII. Este prelado insigne nacido en Perú, parece que apreciaba la pureza de las aguas y la privilegiada situación de esta antigua alquería.

Una vez rebasada la plaza y tras sucumbir por los aromas de un horno de pan, abandonamos el pueblo bordeando el Barranco del Toril. La sierra siempre haciendo de telón de fondo de nuestras vidas, ahora de leche rizada.

Antes de cruzar el río Beiro nos encontramos con los restos de un antiguo molino que se servía de la acequia de Aynadamar, aprovechando el salto de agua formado por el desnivel del terreno; hablamos del Molino del Pino. De nuevo nos acongoja ver este pedazo de historia herido por la desidia y el abandono. En la foto podéis ver parte de la maquinaria del molino.

Andamos el Camino Real de Viznar. Por lo general la pista es siempre en descenso, con la acequia a la derecha. Almendros, olivos y tierra arcillosa nos conducen al Fargue. Atravesamos el pueblo por la calle Real hasta llegar a la Ermita. Un poco más adelante tomamos el camino que une el Fargue con la Abadía del Sacromonte.

Pronto abandonamos el asfalto y nos desviamos a la derecha por una bonita vereda que nos conducirá al Camino del Sacromonte. Pasos estrechos, pequeñas barranqueras y oquedades se entrelazan con pinos, encinas y espartos. Es la denominada vereda azul que finaliza en un cortafuegos. A la izquierda la Abadía del Sacromonte, a la derecha la Alhambra.



Ya solo nos queda bajar por el Barranco de Valparaiso que nos lleva al corazón del Sacromonte, a la altura de las escuelas del Ave María Casa Madre.

Y como Jose nos enchufa, atravesamos las escuelas para deleite del monitor y de sus acompañantes (y para sorpresa de alguno de sus alumnos), desembocando en la Cuesta del Chapiz. 




No hay comentarios: