jueves, 1 de mayo de 2014

Lección de vitalidad en Los Cahorros

En este recorrido los senderistas del Club Buenos Aires demuestran que el número de velas que soplamos no debe limitarnos más allá del dictado de nuestro cuerpo. Es una lección de vitalidad verlos subir y bajar cuestas, atravesar arroyos, superar dificultades que implican agacharse, ir a gatas, equilibrar el cuerpo agarrados a unas argollas en la roca, ... Y sin perder la sonrisa a pesar de algún que otro tropezón.  Mi enhorabuena y admiración a todos ellos. 
 
Esta ruta sobrevuela primero el Río Monachil para luego meterse en el corazón del cañón de Los Cahorros. Es una ruta muy contrastada en la que recorremos vegas, solanas, umbrías, parajes dolomíticos descarnados y frescos bosques de ribera. Y nos encontramos dentro del Parque Nacional de Sierra de Nevada. 
 
Los “cahorros” hacen referencia a las zanjas excavadas por el agua que baja torrencialmente por las laderas muy pendientes de este cañón.  Los Cahorros es uno de los mayores atractivos del municipio de Monachil. Es una zona de media montaña de materiales calizos, más jóvenes que los silíceos de las altas cumbres, lo que da lugar a formaciones más abruptas pero muy erosionables. 

Lo más típico del recorrido es el puente colgante de 63 metros de longitud y cien años de antigüedad, lo más bello la variedad de paisajes; a nuestros ojos les cuesta acostumbrarse a cambiar el foco de espacios abiertos de múltiples barranqueras entrecruzadas a estrechos pasos donde la visión se encajona entre la roca y el agua. Los cambios de luminosidad nos sorprenden desde la oscuridad de la Cueva de las Palomas, a la penumbra de el cañón y a la luminosidad gris y verde de determinados parajes. 

Nosotros partiremos andando desde el pueblo en dirección a Eras Altas. Desde allí seguiremos subiendo hasta dejar el camino y tomar una estrecha vereda, el Camino de la Vega. 

Tomamos altura y pasamos al lado de un viejo cortijo, el Cortijo del Cerrillo que, orgulloso,  preside los desfiladeros. Seguiremos avanzando hasta llegar, entre los arenales descarnados de las erosionadas dolomías, al Barranco de las Revueltillas.

Aquí tomamos una vereda que nos conduce hasta el Puente de la Chorrera.  Lo atravesamos y, custodiados por majuelos reventones de flor (hacen gala del nombre de espino albar) pasamos bajo una preciosa chorrera. Con los pies mojados llegamos a las Azuleas donde nos sobrevuelan las danzas nupciales de las chovas piquirrojas.

A partir de ahí nos adentraremos en el cañón de Los Cahoros. Disfrutaremos de los espectaculares tajos verticales, los angostos pasos de piedra, la riqueza ecológica del entorno y el caudaloso río. 

 











 
Hay momentos en los cuales el trayecto se vuelve un poco más complicado; de vez en cuando hay unas anillas en las paredes para poder sujetarse y hacer frente a lo estrecho del sendero. 
Tendremos que ir a gatas o arrastrar el trasero.Y pasamos por la Cueva de las Palomas uno de los puntos más bonitos del camino. Llegamos así al gran puente que atravesaremos despacito para contemplar el paisaje y disfrutar de las sensaciones que en nosotros despierta.
 

Regresaremos por los Cahorros Bajos hasta el pueblo pasando por pequeños puentes a la sombra de un viejo bosque de galería.

  
Y como en algunos tramos desfilamos en línea como soldaditos, la receta de hoy son los Soldaditos de Pavía.  Parece que se llaman así por el uniforme amarillo que llevaban los Húsares de los tercios españoles que combatieron en la Batalla de Pavía en 1525 .

Ingredientes: medio kilo de bacalao, azafrán, dos dientes de ajos, una pizca de comino, un cuarto de harina tamizada, dos cucharadas de vinagre, sal, perejil fresco, aceite de oliva, tres claras de huevo y limón. 

Se comprar el bacalao ya desalado y se corta longitudinalmente, para luego cortar los trozos a la medida deseada. Se hace un majao con el azafrán, el ajo y el comino; se le añade la cucharada de harina y se remueve muy bien. En un recipiente aparte ponemos un cuarto de kilo de harina tamizada, el vinagre, la sal, el agua, el perejil y, por último, la mezcla del majao. Se trabaja muy bien la masa, procurando que quede espesa. Se montan a punto de nieve las tres claras de huevo y se une a la masa.A continuación se bañan las tiras de bacalao en la mezcla, escurrimos bien y freímos en abundante y caliente aceite.

2 comentarios:

Loli Rus dijo...

Qué extraordinario el sendero q. vivimos el otro día en los Cahorros!!! Para el q. lo hace por primera vez-como es mi caso-es una mezcla de belleza, riesgo,emoción...es naturaleza en estado puro!!!!!!!!!!Y qué bien acompañados por nuestro monitor, César,que se desvive por hacernos el camino más fácil.¡Qué carita llevaba por el cañón pensando q. alguno íbamos al río!Dios escuchó tu oración y acabamos sanos y salvos. Gracias Loli Rus

Anónimo dijo...

Yo soy el que va bien acompañado.

¿Has visto que aventurera sales en la foto?

Un saludo a todos mis Indianas Jones.

Cesar.