domingo, 27 de octubre de 2013

Desde "lugar escarpado" al Barranco de San Juan.



Hemos realizado una ruta clásica por el valle del Genil, desde Güejar Sierra hasta la confluencia de este río con el San Juan. Partimos de Güejar, pueblo serrano de mil fuentes y calles empinadas (el nombre procede del nombre musulman  Qaryat Walyar que significa lugar escarpado). Bajamos hasta la Fabriquilla, cerca de la cola del pantano de Canales. Desde aquí seguimos la pista del antiguo tranvía. 

Pasamos por túneles, atravesamos puentes, nos refrescamos en saltos de agua y dejamos atrás el Río Maitena; el último tramo antes de llegar al Charcón lo hacemos por las primeras veredas del camino de la Estrella. Merendamos junto al Barranco de San Juan y retornamos.



Una planta llama nuestra atención: la cornicabra (Pistacia terebinthus). Nos fijamos en las agallas en forma de cabra provocadas por la puesta de una pequeña mosca sobre las hojas de este arbusto.



Este camino nos brinda la oportunidad de rodearnos de los colores y olores del otoño de nuestros valles y acercarnos a la historia del tranvía que hacía de funambulista por estos parajes. El popular y querido Tranvía de la Sierra (1925 – 1974) fue uno de los pioneros en lo que a ferrocarriles españoles de montaña se refiere. Destacó por su carácter eminentemente turístico; su finalidad fue mostrar al público en general las bellezas de Sierra Nevada. Todo ello a través de un medio de transporte colectivo que generaría riqueza, a raíz del creciente interés por las actividades de ocio relacionadas con la montaña, mediante la construcción complementaria de hoteles y albergues.


El impulsor de este importante proyecto fue Julio Quesada Cañaveral y Piédrola, duque de San Pedro de Galatino, conde de Benalúa y de las Villas y señor de Láchar, un hombre adelantado a su tiempo, polifacético en sus actividades y siempre inmerso en proyectos empresariales que buscaron el despegue económico de la provincia granadina. Sin embargo, la historia de este ferrocarril ha estado sujeta a una suerte de dificultades que terminaron por convertirlo en un proyecto incompleto que no llevaba a ningún sitio.
 

Y la receta nos la regala otra Loli, las gachas picantes.

 Mezclamos en un bol harina de maiz y de trigo, mitad y mitad. Ponemos el agua a hervir en un perol profundo y, cuando lo ha hecho, añadimos la sal. Luego echamos la harina. No lo removemos hasta que el agua vuelve a hervir; en ese momento comenzamos a darle vueltas. 

Con paciencia vamos removiendo hasta que se cueza la harina y quede una masa que se hace un rulo en la cuchara. Extendemos esta masa por la sartén y lo apartamos del fuego. Luego hacemos el caldo. En la sartén sofrío unos ajitos y dos pimiento de cornicabra, uno picante y otro no. Retiro los pimientos y echo al aceite un pimiento verde, cebolla y un tomate pelado. Lo saco todo y lo paso por la batidora. Lo devuelvo a la sartén y añado agua, unos pimientos asados y el machado de los pimientos de cornicabra con un ajo crudo y unos cominos. Damos un hervor. En el plato ponemos unas cucharadas de gachas y las regamos con el caldo.
 

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