miércoles, 20 de febrero de 2013

A Pinillos por la vereda de los franceses

En esta ruta hemos disfrutado de dos valles, del valle del oro y del entorno del río Genil. La niebla, una leve llovizna y el buen humor nos acompañaron durante todo el camino.
 

 

Nuestra ruta comienza en Plaza Nueva. Desde allí, tras disfrutar del Paseo de los Tristes y despedirnos del Darro en el Puente del Rey Chico, subimos por la cuesta de los Chinos. Una vez arriba, tomamos el llamado “camino primitivo” que nos conduce, entre pinos,  hasta la “Vereda de los Franceses”.

    

Esta vereda transcurre entre jaras, aulagas y romeros en flor, tomillos y espartos. Pasamos dos pequeños puentes de piedra, antiguos acueductos de las barranqueras del Olivar. Llegamos al Valle del Oro, donde nos encontramos con cuevas, perforaciones, lavaderos, puentes y antiguas edificaciones de una explotación minera francesa destinada a la extracción de oro. Fue un proyecto liderado por Don Juan Adolfo Goulpin. A través del Canal de los Franceses se traía el agua desde el río Aguas Blancas; una vez transportada y embalsada en un estanque se dejaba caer torrencialmente para descarnar las laderas de los cerros y arrastrar las pepitas de oro. El agua seguía su camino hasta llegar al Genil.

 
Y eso mismo hicimos nosotros. Bajamos hasta la barriada de Lancha de Cenes pasando por su iglesia dedicada a la Virgen de Fátima. Desde allí nos dirigimos cantando al Genil, llegando a la altura de la Presa Real de la que arranca la Acequia Gorda. En este lugar tomamos la fruta y algo más (almendrucos, salaillas, chocolate, galletillas, pasas, ...)

Seguimos el corredor verde que nos llevará hasta Pinos Genil, primero por una vereda ancha que transcurre por la margen izquierda del río. Lo vadeamos pasando por una bonita presa, desenvocando a un sendero más estrecho rodeado de una rica vegetación de ribera.

 Llegamos a Pinos Genil pasando bajo el Puente de la Duquesa, llamado así en honor de la esposa del Duque de San Pedro de Galatino.

La receta de hoy nos la cuenta Regina, los roscos de semana santa.
Tres huevos los echamos en una taza. Este mismo volumen lo utilizamos como medida de azúcar, de aceite de girasol y de leche. Se mezcla todo y se añade la ralladura de un limón y un sobre de levadura. La harina se añade a ojo hasta conseguir una masa blandita que deberemos manipular con las manos untadas en aceite. Vamos haciendo bolillas que una vez agujereadas y convertidas en rosquillas las freímos en aceite de oliva no muy caliente. Una vez fritas les añadimos azúcar y canela.

Y aquí nos veis cantando el Ave María bajando desde la Iglesia de Lancha de Cenes. 


DSCN4475 from Cesar Elvira Peña on Vimeo.

1 comentario:

chole dijo...

Los envidiables jóvenes del "avemaría" ¿no han salido un poco tarde para el "Rosario de la Aurora"?
Da gusto verlos siempre tan animosos y esforzados por las trochas granadinas. ¡Enhorabuena!
Cesar, que bien lo estás haciendo.