miércoles, 14 de marzo de 2012

El Castillejo










El Club de senderistas Buenos Aires se merece una medalla. Alcanzaron, muy por debajo de la hora prevista, el alto del Castillejo.


Partimos de Güejar Sierra, pueblo de montaña situado a media ladera del cerro del Calar y a cuyos pies discurren las aguas del río Genil. Bajamos a la Central Eléctrica de “El Castañar” y desde allí comenzamos a subir, primero por asfalto y luego por un carril, dejando a la derecha la cola del Pantano de Canales, que parece bastante sediento. Hacemos las paradas necesarias hasta alcanzar el Cortijo de los Julianes.

Aquí es donde se inicia propiamente la vereda hacia el Castillejo, escondida entre una vegetación al abordaje. Caminando trabajosamente superamos una respetable pendiente hasta colocarnos en la portilla que abre el Barranco del Castillejo. Las manchas blancas de los almendros en flor son heraldos de la primavera.



Tras reponer fuerzas con bocadillos, galletas, frutos secos y unas risas reanudamos la marcha por la umbría del valle. Dejamos a la derecha una gran roca con una ventana abierta por la naturaleza.

Atravesando el barranco, dejamos atrás un viejo acueducto que abastecía la antigua Central Eléctrica de “El Castillo”.

Conforme caminamos, nos vamos aproximando al arroyo que baja por el valle, hasta encontrar el lugar donde la senda lo cruza.

En este punto se encuentra una refrescante fuente; es la llamada Fuente del Tío Perráncano.



Continuamos en ascenso por la solana para dirigirnos hacia el Cerro del Castillo. Llegamos a un verde collado donde nos espera paciente una antigua era de piedra y un cruce de veredas; la de la derecha nos eleva, en un último impulso, hasta los restos del Castillejo, en pie de guerra contra el viento; unos pasos más allá el Mirador con su vieja cruz de madera que nos parecía inalcanzable.


El Castillejo o “El Castillo de Linza” es una fortaleza árabe del siglo VIII, aunque se han encontrado restos romanos en la zona. En 1498, ante el importante gasto que suponía mantener las más de 100 fortalezas del Reino, se ordena abandonar y derribar algunas de ellas, entre las que se encuentra la de Güejar. Pero no sería destruida, ya que durante la revuelta mudéjar sirvió de refugio para más de dos mil personas.



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